“Queríamos llegar a 30 toneladas, pero duplicamos lo del año pasado y eso es una gran victoria.
Más allá de las cifras, lo más valioso es la sensibilidad social que hemos logrado despertar”, expresó. La campaña movilizó a más de 400 voluntarios, incluyendo laicos de diversas parroquias y movimientos de la Iglesia, quienes se desplegaron en centros comerciales y otros puntos estratégicos de la ciudad para motivar las donaciones. La creatividad fue un factor clave, con actividades como presentaciones de acordeón y piloneras para animar a la gente a participar. Durante tres días, el Banco de Alimentos de la Diócesis trabajó hasta altas horas de la noche para recibir y organizar las donaciones. Esta entidad, que opera desde hace seis años, distribuye mensualmente cerca de 70 toneladas de productos a familias vulnerables, comedores comunitarios y fundaciones aliadas, demostrando el impacto sostenido de la solidaridad en la capital del Cesar.