Cada centro tiene capacidad para atender a 20 niños y niñas junto a su cuidador principal, ofreciendo un entorno digno que incluye seguimiento nutricional diario, complementación alimentaria y atención básica en salud.

La directora general del ICBF, Astrid Cáceres, destacó este nuevo modelo como un mandato presidencial para “hacer las cosas de manera distinta para obtener resultados distintos”, reconociendo la capacidad de las comunidades para manejar directamente los recursos. El caso del centro de El Paraíso es emblemático, ya que fueron las propias familias quienes gestionaron los recursos para su construcción, mientras que en Kamana, 12 comunidades indígenas lideraron el proceso desde la gestión del terreno hasta la ejecución de la obra. Estas acciones forman parte de una estrategia nacional que ha atendido a más de 3.500 niños wayuu en el último año y ha consolidado una red de 35 CRN y más de 120 Unidades Comunitarias de Atención en el departamento.