Esta corrección no es un evento aislado, sino que se enmarca en una aversión al riesgo más generalizada que afecta a otros mercados.
La presión vendedora se atribuye a dos factores principales: la toma de ganancias por parte de tenedores a largo plazo que buscan asegurar sus utilidades y el fortalecimiento del dólar estadounidense, que tradicionalmente lleva a los inversores a reducir su exposición a activos de mayor riesgo como las criptomonedas. Este movimiento ha generado un debate sobre si la caída actual encaja con la "fase de desaceleración" del ciclo cuatrienal de Bitcoin o si se trata de una corrección temporal antes de un nuevo impulso.












