Los analistas identificaron una fuerte resistencia cerca de los 107.000 dólares, donde los intentos alcistas fueron rechazados consistentemente. Entre las razones que explican esta debilidad se encuentran la creciente presión vendedora por parte de los tenedores a largo plazo que buscan tomar ganancias, el fortalecimiento del dólar estadounidense que lleva a los inversores a reducir su exposición a activos de riesgo, y un cambio en las expectativas sobre las futuras decisiones de la Reserva Federal. Algunos análisis técnicos incluso sugirieron que una corrección más profunda podría llevar el precio a un nuevo piso de soporte crucial en torno a los 88.000 dólares. A pesar de este panorama bajista, otros indicadores como el RSI (Índice de Fuerza Relativa) insinuaban una posible oportunidad de compra en la caída.