Incluso, los futuros del oro ya alcanzaron los US$4.000 por onza.
El principal motor de este ascenso es, según analistas, la “búsqueda global de refugio financiero ante la incertidumbre política y económica en Estados Unidos y la debilidad del dólar”. Este comportamiento es paralelo al de otros activos considerados de reserva de valor, como el bitcoin, que también ha registrado récords.
La situación en EE. UU., marcada por el cierre parcial del gobierno, ha exacerbado la desconfianza en los activos tradicionales y ha impulsado a los inversores a proteger su capital en el oro. La ausencia de informes económicos oficiales clave, como el de nóminas no agrícolas, ha aumentado la cautela en los mercados, favoreciendo al metal. Los analistas observan que esta tendencia podría continuar mientras persista la inestabilidad y la debilidad de la divisa estadounidense, consolidando al oro como uno de los activos con mejor desempeño del año y llevando a algunos a predecir que su cotización podría estabilizarse cerca de la marca de los US$4.000.