Esta situación ha creado un clima de nerviosismo entre los inversores, ya que un cierre impediría la publicación de indicadores económicos cruciales. Por ejemplo, el informe del mercado laboral, uno de los datos más esperados por los mercados para evaluar la salud de la economía y anticipar los próximos movimientos de la Reserva Federal, no sería publicado. De manera similar, la publicación del PMI no manufacturero, que mide la actividad del sector servicios, ya mostró un estancamiento en septiembre, y la falta de nuevos datos clave deja a los mercados en un estado de espera e incertidumbre. Esta parálisis informativa obliga a los inversores a operar con información limitada, lo que aumenta la volatilidad y la aversión al riesgo.

Como resultado, se ha observado un claro movimiento hacia activos considerados más seguros, mientras los mercados de acciones globales, aunque con alzas moderadas, se mantienen en vilo a la espera de una resolución política en Washington.