Aunque se espera un recorte de tasas, el movimiento en sí puede tener múltiples interpretaciones, lo que lleva a los inversores a cubrir sus posiciones comprando oro.

El repunte del metal no se percibe como un evento a corto plazo; algunos analistas mantienen una perspectiva muy optimista.

Goldman Sachs, por ejemplo, ha sugerido que un precio de 5.000 dólares por onza es posible, lo que indica una fuerte confianza subyacente en la propuesta de valor a largo plazo del oro. La combinación de incertidumbre macroeconómica y la anticipación de una política monetaria más laxa, que típicamente beneficia a los activos sin rendimiento como el oro, ha creado el entorno perfecto para su apreciación.