Por un lado, los informes de premercado indicaban una tendencia a la baja, con los futuros del Brent cayendo a 65,9 dólares por barril y los del West Texas Intermediate (WTI) a 61,92 dólares. Esta caída se sumaba a las pérdidas de la sesión anterior, alimentada por el temor a un exceso de oferta y un posible debilitamiento de la demanda en EE. UU. Dos informes clave sustentaron esta visión pesimista: la Administración de Información Energética de EE. UU. reportó un aumento de 3,9 millones de barriles en los inventarios de crudo, mientras que la Agencia Internacional de Energía (AIE) proyectó que la oferta mundial de petróleo aumentaría más rápido de lo esperado debido a los planes de producción de la OPEP y sus aliados (OPEP+). Sin embargo, en el transcurso de las negociaciones, los precios revirtieron su curso y rebotaron. El Brent llegó a subir un 1,63 % hasta los 67,45 dólares, y el WTI ganó un 1,57 % para situarse en 63,35 dólares. Esta recuperación sugiere que, a pesar de los datos fundamentales bajistas, el mercado sigue sensible a otros factores, como la posibilidad de interrupciones en el suministro debido a conflictos geopolíticos, que habían impulsado los precios a principios de la semana.