Las tensiones en el mercado de deuda fueron un factor clave, con la rentabilidad de los bonos a 30 años de Reino Unido y Japón alcanzando niveles récord. Esta venta masiva de deuda generó preocupación por el aumento del tamaño de la deuda en varias economías. En este contexto, las declaraciones de la miembro del comité ejecutivo del BCE, Isabel Schnabel, afirmando que no veía motivos para retomar las bajadas de tipos, añadieron presión a los mercados. Sin embargo, el sentimiento encontró cierto alivio en las declaraciones de varios funcionarios de la Reserva Federal de EE. UU., que reforzaron las apuestas de un recorte de tasas en su próxima reunión, lo que ayudó a calmar los mercados de bonos. El resultado fue un desempeño desigual en las principales plazas: la bolsa de Fráncfort subió un 0,44 %, mientras que la de París registró una caída del 0,44 %. El índice Euro Stoxx50 se mantuvo prácticamente plano, reflejando la indecisión generalizada mientras los inversores aguardaban mayor claridad por parte de los bancos centrales.