Este desfase, evidenciado en cinco señales clave, podría anticipar una corrección significativa en el corto plazo.

El informe de los analistas, liderados por Henry Allen, subraya que la estabilidad actual de los mercados es llamativa y potencialmente frágil, considerando los choques geopolíticos y las tensiones comerciales existentes. La inquietud central, según el documento, es que “no es que la situación sea terrible, sino que sorprende la magnitud de algunas valoraciones dadas las condiciones actuales”. La primera señal de alerta es la inflación; a pesar de que el índice de precios pagados del ISM de servicios alcanzó su nivel más alto desde 2022, los swaps de inflación se mantienen estables, indicando que los mercados no están valorando adecuadamente el riesgo de un repunte inflacionario, exacerbado por nuevos aranceles de Estados Unidos. En segundo lugar, los rendimientos de los bonos del Tesoro a largo plazo permanecen estables a pesar de la turbulencia política en torno a la Reserva Federal. En tercer lugar, los spreads de crédito corporativo en Estados Unidos, Europa y el Reino Unido se encuentran en mínimos históricos, niveles que no parecen justificados por el contexto económico.

Adicionalmente, los derivados de crédito muestran una calma que contrasta con recientes choques geopolíticos. Finalmente, el mercado laboral presenta señales contradictorias, con una caída en la creación de nóminas no agrícolas pero con una tasa de desempleo estable, lo que dificulta medir la magnitud del enfriamiento económico.

Deutsche Bank concluye que esta aparente solidez podría ser engañosa, ignorando riesgos estructurales que podrían intensificarse.