Este indicador es considerado la medida de inflación preferida por la Reserva Federal (Fed) y, por lo tanto, es fundamental para anticipar sus próximas decisiones sobre política monetaria.
El dato del PCE es crucial porque ofrece una visión más completa de las presiones inflacionarias que el conocido Índice de Precios al Consumidor (IPC). Para julio, el consenso esperaba que el indicador subiera un 0,2% mensual y un 2,6% anual, cifras que finalmente se confirmaron. En cuanto al PCE subyacente, que excluye los volátiles precios de alimentos y energía, las expectativas apuntaban a un 0,3% mensual y un 2,9% anual. Según un análisis de Banca March, se esperaba que estos datos reflejaran “el impacto de los aranceles, especialmente en bienes, así como cierta presión alcista en los servicios, en particular los vinculados al sector financiero”. La relevancia de esta cifra se intensifica en el contexto actual, donde los inversionistas buscan pistas sobre un posible recorte de tasas de interés en septiembre. Las apuestas por un recorte aumentaron después de que el presidente de la Fed, Jerome Powell, reconociera esta posibilidad, citando un enfriamiento en el mercado laboral. Sin embargo, Powell ha evitado comprometerse, manteniendo la incertidumbre sobre el impacto inflacionario de los aranceles comerciales. La publicación de este dato influye en todos los mercados, desde las bolsas de valores hasta las criptomonedas, que también mostraron debilidad antes del anuncio.