Inicialmente, los inversores celebraron que el “IPC de EE. UU. había sido domado”, lo que generó expectativas de recortes de tasas abundantes. Sin embargo, la narrativa cambió abruptamente cuando su “primo el IPP apareció de repente, lanzando llamaradas de inflación”. Este repunte en los precios al productor recordó a los mercados que la lucha contra la inflación aún no ha terminado y obligó a reevaluar la trayectoria de la política monetaria. Como consecuencia, los planes de la Fed se ajustaron, y lo que antes eran “sueños de recortes abundantes” se transformó en la expectativa de solo “un par de gotas de alivio” en lo que queda del año. La atención de los mercados ahora se centra en los próximos datos. Durante la semana se publicará la actualización de la inflación medida por el PCE (gastos de consumo personal), el indicador preferido por la Fed. El resultado de este dato será crucial, ya que podría “afectar las expectativas de tasa de la FED y consigo el precio del dólar”, consolidando la idea de que cada decisión del banco central dependerá estrictamente de la evolución de los precios.
