Por un lado, los precios spot mostraron un claro impulso alcista. El crudo Brent, referencia en Europa, se cotizó en torno a los US$67,74 - US$67,82 por barril, con un alza que osciló entre el 0,13 % y el 0,77 %. Por su parte, el WTI de Estados Unidos subió hasta un 0,96 %, alcanzando los US$64,27 por barril. Este repunte se atribuye directamente a “crecientes tensiones geopolíticas y los ataques con drones en la infraestructura energética rusa”, factores que introducen una prima de riesgo en el mercado por posibles interrupciones en el suministro.

Sin embargo, esta fortaleza a corto plazo contrasta con una visión más amplia que sugiere una debilidad subyacente.

Un análisis describe que en las “tierras del petróleo, la fuerza se debilitaba, atrapada entre guerras lejanas y menos viajeros en camino”.

Esta metáfora apunta a una preocupación por el lado de la demanda, posiblemente vinculada a una desaceleración económica global que podría reducir el consumo de combustible para el transporte y la industria. La saga de Ecopetrol, cuyas ganancias se vieron afectadas por una menor producción y una refinación “floja”, también puede ser vista como un reflejo micro de los desafíos que enfrenta el sector a nivel global.