Al señalar que "las condiciones actuales podrían justificar un ajuste de la política monetaria", el mercado interpretó sus palabras como una clara señal dovish, es decir, una inclinación hacia una política más laxa. La reacción fue inmediata: los operadores descontaron en un 91% la probabilidad de una reducción de tasas en la reunión de septiembre. Este cambio de perspectiva, desde la cautela por el IPP hasta el optimismo post-Powell, demuestra la alta sensibilidad de los mercados a la comunicación del banco central y cómo una sola declaración puede redefinir las estrategias de inversión a nivel global, debilitando al dólar y fortaleciendo los activos de riesgo.