A esta presión externa se sumaron factores internos.
La publicación del dato de inflación del Reino Unido para julio, que subió del 3,6 % al 3,8 %, superó las expectativas y generó dudas sobre la posibilidad de futuros recortes de tasas de interés por parte del Banco de Inglaterra.
En contraste, la inflación en la zona euro se mantuvo estable en el 2 %. Además, las perspectivas para los beneficios corporativos en Europa se deterioraron ligeramente. Según datos de LSEG I/B/E/S, se espera que las empresas europeas reporten un crecimiento promedio del 4,6 % en las ganancias del segundo trimestre, una cifra ligeramente inferior al 4,8 % que se esperaba la semana anterior. La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, también contribuyó a la cautela al afirmar que los acuerdos arancelarios con Estados Unidos no eliminan la incertidumbre que pesa sobre la economía de la eurozona.
Los inversores ahora centran su atención en el Simposio de Jackson Hole, donde se esperan discursos de los líderes de los principales bancos centrales.