Los inversores reaccionaron vendiendo acciones tecnológicas para asegurar ganancias recientes ante la nueva incertidumbre política y regulatoria.
El impacto no se limitó a Wall Street; las bolsas asiáticas también sintieron la presión, con las acciones tecnológicas registrando pérdidas en consonancia con sus homólogas estadounidenses. Las especulaciones surgieron a partir de un informe de Reuters que detallaba que el gobierno podría tomar participaciones en Intel y otras empresas beneficiarias de las subvenciones de la Ley CHIPS. Esta política busca fortalecer la producción nacional de semiconductores, pero la posibilidad de una participación estatal directa introduce una nueva dinámica en la valoración y la autonomía corporativa de estas empresas, generando nerviosismo entre los inversores que temen una mayor influencia gubernamental en un sector estratégico y hasta ahora impulsado por el libre mercado.