Esta tendencia bajista se vio impulsada tanto por factores internacionales como por noticias económicas locales que fortalecieron la moneda nacional.
Durante la semana, la divisa alcanzó un mínimo de $4.007, un nivel no visto desde mediados de julio. La principal causa externa fue la debilidad global del dólar, reflejada en la caída del índice DXY, que mide su fortaleza frente a una canasta de monedas principales. Este retroceso se produjo tras la publicación de datos económicos en Estados Unidos que no cumplieron con las expectativas, como una producción industrial que decreció un 0,1% y un crecimiento del comercio minorista del 0,5%, por debajo de lo esperado. A esto se sumó la expectativa de que la Reserva Federal pueda realizar una primera reducción de tasas de interés en septiembre, lo que hace que Colombia, al mantener sus tasas, sea más atractiva para la entrada de capitales. En el ámbito interno, la publicación del dato de crecimiento del PIB por parte del DANE, aunque por debajo de las proyecciones, fue un factor decisivo. Henry Amorocho, profesor de la Universidad del Rosario, señaló que un crecimiento semestral del 2,3% (según su análisis) “refuerza la confianza de los inversionistas en la economía colombiana”. Adrián Garlati, de la Universidad Javeriana, añadió que, pese a la incertidumbre local, “Colombia salió bastante bien parada en el tema arancelario”. Adicionalmente, el anuncio del Tesoro de una recompra de bonos internacionales para reducir intereses fue bien recibido por los mercados, contribuyendo a la apreciación del peso.