El presidente de la compañía, Ricardo Roa, atribuyó la contracción principalmente a la caída de 12 dólares en el precio del barril de Brent, que pasó de un promedio de US$83 a US$71. Adicionalmente, mencionó el impacto de nuevos impuestos, la inflación y un entorno local complejo con un aumento de bloqueos y afectaciones a la infraestructura. En contraste con el deterioro financiero, la producción semestral alcanzó los 751.000 barriles de petróleo equivalente por día (kbped), impulsada por el buen desempeño de los campos Caño Sur, CPO-09 y la operación en la cuenca Permian en Estados Unidos. Sin embargo, la compañía proyecta una declinación en la producción de Permian hacia finales de año. La situación generó reacciones de diversos sectores; la Unión Sindical Obrera (USO) exigió avanzar en la exploración de nuevos yacimientos en Colombia para no depender de activos extranjeros, mientras que el expresidente de la junta, Luis Guillermo Echeverri, alertó sobre un presunto "mal manejo" en la empresa. A pesar del panorama, analistas como los de Citi mantuvieron su recomendación de "comprar" la acción, destacando que la producción se mantuvo resiliente.