Quienes defendieron la cautela argumentaron que el elevado déficit fiscal contemplado en el Presupuesto General de la Nación para 2026 podría generar presiones inflacionarias y aumentar el riesgo país. El presidente Gustavo Petro reaccionó criticando la decisión, insistiendo en que mantener una “tasa real alta” frena el crecimiento económico y el empleo. Sin embargo, el Banco defendió su postura argumentando que, aunque la tasa ha bajado desde su máximo de 13,25% en 2023, realizar recortes adicionales sin señales claras de que la inflación converja a la meta del 3% pondría en riesgo su credibilidad y la estabilidad económica. El exministro de Hacienda, Rudolf Hommes, respaldó la decisión del Emisor, señalando que la brecha entre la tasa y la inflación es un reflejo de que esta última ha disminuido. La decisión del Banco subraya la tensión entre la necesidad de una política monetaria prudente para controlar la inflación y las presiones políticas para estimular una economía que muestra signos de recuperación, pero aún enfrenta desafíos estructurales.
