El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, exigió la renuncia inmediata del CEO de Intel, Lip-Bu Tan, por presuntos conflictos de interés derivados de sus inversiones en empresas tecnológicas chinas. La presión sobre el directivo, quien asumió el cargo en marzo de 2025, se produce en un contexto de creciente tensión tecnológica entre Washington y Pekín y una amenaza de aranceles del 100% sobre los semiconductores importados. La controversia se basa en un informe de Reuters que revela que Tan, a través de sus firmas de capital de riesgo, ha invertido en cientos de compañías tecnológicas chinas, incluyendo al menos ocho con vínculos con el Ejército Popular de Liberación. Aunque fuentes cercanas aseguran que Tan se ha deshecho de algunas de estas inversiones, las bases de datos chinas aún las muestran como activas.
En una publicación en su red Truth Social, Trump afirmó: “No hay otra solución para este problema”.
Las acciones de Intel cayeron más del 2% tras las declaraciones, borrando las ganancias del año.
Lip-Bu Tan llegó a Intel en un momento crítico para la compañía, que ha perdido terreno frente a competidores como Nvidia, AMD y Samsung.
Su predecesor fue forzado a dejar el cargo tras no lograr revertir el declive de la empresa. La exigencia de Trump intensifica la presión sobre Intel, que ya enfrenta desafíos para recuperar su liderazgo en la industria de semiconductores y cumplir con los compromisos de producción en suelo estadounidense, a pesar de haber recibido una subvención de casi 8.000 millones de dólares bajo la “CHIPS Act”.
En resumenLa solicitud de renuncia del CEO de Intel por parte de Donald Trump subraya la creciente politización de la industria de semiconductores en medio de la rivalidad entre Estados Unidos y China. Este episodio aumenta la presión sobre Intel, que lucha por su recuperación tecnológica y financiera, y evidencia cómo las decisiones corporativas están cada vez más sujetas al escrutinio geopolítico.