Además, se establecieron alianzas con empresas como Texas Instruments, Samsung y Micron para impulsar la producción local de chips y otros componentes esenciales.

La noticia fue bien recibida por los mercados, y las acciones de Apple subieron un 3,6% tras el anuncio, alcanzando su nivel más alto en casi tres meses.

Aunque menos del 5% de los componentes del iPhone se fabrican actualmente en EE. UU., se espera que esta cifra se triplique en los próximos años.

La estrategia de Apple es vista como una forma de transformar un desafío comercial en una oportunidad de branding, alineándose con la agenda económica “Estados Unidos Primero” de la administración actual y reforzando su imagen como una empresa comprometida con la economía local y la generación de más de 450.000 empleos a través de su red de proveedores.