La administración del presidente Donald Trump implementó una nueva y agresiva ola de aranceles contra decenas de países, marcando una escalada significativa en las tensiones comerciales con profundas consecuencias potenciales para la economía mundial. Desde el jueves 7 de agosto, entraron en vigor las nuevas tarifas, reemplazando un arancel mínimo generalizado del 10 % por tasas diferenciadas que imponen gravámenes de hasta el 50 % a socios comerciales clave. Entre los más afectados se encuentran Brasil, con un 50 %, y la India, que enfrenta un arancel del 25 % que podría aumentar al 50 % como represalia por sus compras de petróleo a Rusia. Canadá y México también fueron impactados con tasas del 35 % y 25 % respectivamente, si no cumplen estrictamente con el tratado de libre comercio, mientras que la Unión Europea y otros 39 países enfrentan gravámenes del 15 %. El equipo económico de Trump defendió la medida como un triunfo de su política de "reciprocidad", citando la recaudación de más de 100.000 millones de dólares con aranceles previos sin provocar una recesión.
Sin embargo, economistas advierten que esta nueva ronda, considerablemente más elevada, podría agravar la inflación y desacelerar el empleo. El presidente Trump ha advertido que esta no será la última ronda de aranceles, afirmando que considera un gravamen del 100 % sobre semiconductores y nuevos impuestos a la madera, declarando en el Despacho Oval: "Estamos protegiendo a Estados Unidos como nunca antes".
La comunidad internacional reacciona con preocupación, mientras algunos gobiernos preparan contramedidas legales y comerciales.
En resumenLa nueva política arancelaria de Estados Unidos entró en vigor, imponiendo altas tasas a numerosos países y generando incertidumbre económica global. Mientras la Casa Blanca defiende la medida como proteccionista, los socios comerciales y economistas expresan gran preocupación por el posible impacto negativo en la inflación y el comercio mundial.