Se ha anunciado que una misión oficial colombiana viajará en septiembre para finalizar el proceso de ingreso al banco. Esta decisión se enmarca en una política exterior que busca un mayor acercamiento con potencias no occidentales, en un contexto de crecientes tensiones con Estados Unidos y un distanciamiento de organismos financieros tradicionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI). La adhesión al AIIB es vista como una oportunidad para obtener recursos destinados a grandes proyectos de infraestructura, un sector clave para el desarrollo económico del país. El banco, liderado por China, se ha consolidado como una alternativa importante a instituciones como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, ofreciendo condiciones de financiación que pueden ser más favorables para las naciones en desarrollo. Este giro hacia Asia refleja una tendencia más amplia en la región, donde varios países buscan equilibrar su dependencia de los mercados y las instituciones financieras occidentales. La medida podría abrir nuevas vías de cooperación económica y de inversión para Colombia, aunque también plantea interrogantes sobre la creciente influencia de China en América Latina y las implicaciones geopolíticas a largo plazo de este realineamiento estratégico. La búsqueda de nuevas alianzas financieras es una respuesta pragmática a las necesidades de inversión del país y a un escenario global en constante cambio.
