El anuncio se realizó a través de la red social Truth Social y fue reiterado en un evento en la Casa Blanca. Según los términos revelados por Trump, el pacto incluye una inversión japonesa de 550.000 millones de dólares en Estados Unidos y la apertura del mercado nipón a productos estadounidenses clave como automóviles, camiones y productos agrícolas, incluido el arroz, un punto de fricción durante las negociaciones. Trump aseguró que su país “recibirá el 90 % de las ganancias” y que el acuerdo impulsará la creación de “cientos de miles de empleos”. Sin embargo, la Casa Blanca no ha publicado los términos oficiales y no se detalló cómo se calcularán dichas ganancias. Desde Tokio, la respuesta fue de cautela; el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, afirmó que su gobierno “examinará cuidadosamente los detalles del acuerdo” y que está dispuesto a dialogar directamente con Trump. Ishiba reconoció que las negociaciones se extendieron “hasta el último minuto” y expresó su confianza en que el pacto “contribuirá a la creación de empleos y a la producción de buenos productos”. Este acuerdo se produce en un contexto de intensa presión de la administración Trump sobre sus aliados para reducir la dependencia comercial con China, y tras meses de complejas negociaciones en las que persistieron desacuerdos sobre productos sensibles.
