El fósil fue descubierto en 1931 en una cueva del Monte Carmelo, en lo que se considera el cementerio registrado más antiguo.

Utilizando tomografías y reconstrucciones 3D, los investigadores reevaluaron los restos del niño, de entre 3 y 5 años, y encontraron una combinación de rasgos: mientras el cráneo se asemeja al del Homo sapiens, la mandíbula presenta claras afinidades neandertales. Los autores proponen que Skhūl I pertenecía a una población con introgresión, es decir, un grupo mestizo resultado de cruces progresivos.

Sin embargo, el hallazgo ha generado debate en la comunidad científica. Algunos expertos cuestionan las conclusiones, argumentando que la combinación de cráneo y mandíbula podría deberse a alteraciones en el entierro o a la asociación accidental de restos de distintos individuos. Otros insisten en que las pruebas morfológicas no son suficientes sin un análisis de ADN que confirme la hibridación. Más allá de la controversia, el contexto del hallazgo es relevante, ya que el niño fue enterrado en un cementerio colectivo, lo que sugiere la existencia de comportamientos simbólicos complejos hace 140.000 años y apunta a procesos de convivencia y asimilación entre diferentes poblaciones humanas.