Los estudios sugieren que la Chaquiremis colombiana era una especie con gran capacidad de adaptación a diferentes ecosistemas acuáticos, desde aguas claras hasta oscuras, y probablemente tenía una dieta omnívora.

Esta versatilidad le habría permitido coexistir con otras especies de tortugas en el diverso entorno del Mioceno medio.

El nombre es un tributo a la artista barranquillera; según Cadena, es "alguien que admiramos mucho y que nos ha acompañado desde el inicio de nuestras carreras". El hallazgo no solo amplía el conocimiento sobre la evolución de las tortugas de cuello de lado, sino que también posiciona a Colombia como un referente en el estudio de ecosistemas antiguos. El fósil se encuentra en exposición permanente en el Museo de la Tatacoa.