Los científicos descubrieron que una proteína viral llamada EBNA2, producida por el virus, actúa como un "interruptor molecular" dentro de los linfocitos B del sistema inmunitario, donde el virus permanece latente. Esta proteína activa genes humanos que, a su vez, desencadenan una cascada inflamatoria que lleva al sistema inmunitario a atacar los propios tejidos del cuerpo.

Una de las claves del hallazgo fue la diferencia en la carga viral: mientras que en personas sanas menos de una de cada 10.000 células inmunitarias estaba infectada, en los pacientes con lupus la proporción era de una de cada 400. El investigador principal, William Robinson, afirmó: "Creemos que se aplica al 100 % de los casos de lupus".

Este avance es trascendental porque abre nuevas vías para el tratamiento y la prevención de la enfermedad. La incógnita que persiste es por qué solo un pequeño porcentaje de las personas infectadas con EBV desarrolla lupus, pero el hallazgo podría impulsar el desarrollo de una vacuna contra el EBV que, a su vez, podría prevenir la aparición del lupus.