Uno de ellos, basado en el análisis de ADN antiguo, demostró que los perros ya acompañaban a los humanos en sus migraciones intercontinentales hace al menos 10.000 años, integrándose en sus sociedades y siendo intercambiados entre diferentes culturas. Los investigadores secuenciaron genomas de perros antiguos de Siberia, la estepa euroasiática y China, comparándolos con genomas modernos y humanos, y encontraron que los movimientos de los perros a menudo coincidían con las migraciones de cazadores-recolectores, agricultores y pastores. El segundo estudio, en el que participaron investigadores españoles, utilizó un análisis morfométrico en 3D de 643 cráneos de cánidos que abarcan los últimos 50.000 años. Contrario a la creencia de que la diversidad canina es fruto de la cría selectiva de los últimos 200 años, los resultados muestran que los rasgos craneales distintivos de los perros, como el hocico corto, aparecieron por primera vez durante el Holoceno temprano, hace unos 10.800 años. Los perros de esa época ya exhibían aproximadamente la mitad del rango morfológico observado en los perros modernos y el doble que sus ancestros lobos del Pleistoceno. Esto sugiere que una notable variación en la forma de los perros ya había surgido milenios antes de las prácticas de cría modernas, sentando las bases de la increíble diversidad que vemos hoy.