Este hallazgo sin precedentes, publicado en la revista Subterranean Biology, revela un comportamiento cooperativo inusual en especies normalmente solitarias, adaptadas a un entorno extremo. El descubrimiento tuvo lugar en la "Cueva del Azufre", un ecosistema hostil sin luz solar y con altas concentraciones de gases tóxicos.
Dentro de esta cueva, dos especies de arañas, *Tegenaria domestica* y *Prinerigone vagans*, que por lo general son solitarias y territoriales, conviven en una red masiva. Los investigadores, de la Universidad Húngara Sapientia de Transilvania, proponen que la oscuridad total podría ser la clave de esta cooperación inusual; al no poder verse, las arañas habrían modificado su conducta para evitar la competencia y el conflicto. Este comportamiento ha permitido la formación de la telaraña más grande registrada hasta la fecha.
Además del récord de tamaño, los análisis genéticos de las arañas revelaron variaciones evolutivas y una microbiota única, adaptada a un ecosistema basado en bacterias que metabolizan el azufre. El hallazgo no solo demuestra la extraordinaria capacidad de adaptación de la vida en condiciones extremas, sino que también abre nuevas líneas de investigación sobre cómo los factores ambientales pueden impulsar la evolución de la cooperación social en especies no sociales.











