Lo más fascinante es que estos cloroplastos robados permanecen activos y funcionales dentro del cuerpo del animal durante semanas o incluso meses, transformando la luz del sol en energía.

Gracias a este mecanismo, la Elysia chlorotica puede sobrevivir durante largos períodos sin necesidad de alimentarse.

Esta energía solar no solo le sirve para su metabolismo básico, sino que también influye en su crecimiento, reproducción e incluso en la producción del moco protector que recubre su cuerpo.

Este caso representa un verdadero enlace evolutivo entre reinos biológicos, demostrando que un animal puede incorporar y utilizar un mecanismo propio de las plantas.

El fenómeno prueba que la evolución puede seguir caminos insospechados, mezclando estrategias vitales que antes se consideraban exclusivas de ciertos reinos y redefiniendo los límites de la vida tal como la conocemos.