Los ejemplares, apodados “momias” por su extraordinario estado de conservación, pertenecen a un adulto de 12 metros y un juvenil de seis metros que vivieron hace 66 millones de años. A diferencia de la mayoría de los fósiles, que solo preservan los huesos, estos especímenes conservan detalles de tejidos blandos como la piel y las escamas. El análisis, realizado por la Universidad de Chicago, se centró en las extremidades delanteras y reveló la presencia de pezuñas, una característica anatómica completamente inesperada para este tipo de dinosaurio. Hasta ahora, se pensaba que los Edmontosaurios, un género de dinosaurios de pico de pato, tenían manos con almohadillas carnosas, similares a las de otros hadrosaurios. La existencia de pezuñas sugiere una forma de locomoción y una interacción con su entorno diferentes a las que se habían teorizado. Este hallazgo subraya la importancia de los fósiles con una conservación excepcional, ya que son los únicos que pueden proporcionar información sobre la anatomía de los tejidos blandos, que raramente se fosilizan. Estos detalles son cruciales para reconstruir con mayor precisión la apariencia, el comportamiento y la evolución de las especies extintas, demostrando que aún quedan muchos secretos por descubrir sobre el mundo de los dinosaurios.