Históricamente, el fracaso de la campaña napoleónica, en la que de más de 600.000 soldados solo regresaron menos de 100.000, se había atribuido principalmente al frío extremo, la falta de suministros y el agotamiento.

Sin embargo, esta evidencia genética sugiere que una “epidemia silenciosa” fue igualmente devastadora.

Las precarias condiciones sanitarias, la desnutrición y el hacinamiento del ejército crearon el ambiente ideal para la propagación de la enfermedad. El estudio no solo aporta una nueva perspectiva sobre uno de los mayores desastres militares de la historia, sino que también demuestra el potencial de la paleogenética para reconstruir eventos del pasado y comprender cómo enemigos invisibles, como los patógenos, pueden cambiar el curso de la historia y derrotar a los ejércitos más poderosos.