Aves que nunca han estado en contacto directo son capaces de interpretar correctamente el llamado de alarma, lo que sugiere una convergencia evolutiva en sus sistemas de comunicación.

Según los autores del estudio, esta vocalización combina elementos instintivos y aprendidos.

Las aves podrían nacer con la capacidad innata de reconocer el sonido, pero deben aprender a través de la experiencia cuándo emitirlo y en qué contexto específico.

Este descubrimiento ofrece pistas valiosas sobre cómo pudo haber evolucionado el lenguaje, partiendo de sonidos innatos a los que posteriormente se les atribuye un significado a través del aprendizaje social.

Ecológicamente, esta señal de alarma se convierte en una herramienta de defensa cooperativa fundamental para la supervivencia, ya que al escucharla, otras aves acuden en auxilio para proteger los nidos.