A nivel morfológico, también se identificaron diferencias notables.

Los ejemplares de Cozumel tienden a tener hocicos más largos y estrechos, adaptados para capturar presas rápidas, mientras que los de Banco Chinchorro poseen cráneos más anchos y robustos, ideales para romper caparazones y conchas. Este descubrimiento tiene importantes implicaciones para la conservación, ya que se estima que cada una de estas nuevas especies podría contar con menos de mil individuos reproductores, situándolas en una posición de alta vulnerabilidad.

Las principales amenazas que enfrentan son el turismo masivo, la urbanización costera y los efectos del cambio climático. El hallazgo no solo amplía el conocimiento sobre la evolución de los cocodrilos, sino que también resalta el valor de los ecosistemas insulares como laboratorios naturales de adaptación biológica.