Este fenómeno, conocido como la Anomalía del Atlántico Sur (AAS), plantea riesgos crecientes para los satélites y la tecnología espacial.

El campo magnético terrestre, generado por el movimiento de metales líquidos en el núcleo del planeta, actúa como un escudo protector contra la radiación solar y cósmica. Sin embargo, en la AAS, este escudo está debilitado. Datos recopilados durante 11 años (2014–2025) por la misión Swarm de la Agencia Espacial Europea (ESA) han permitido trazar mapas detallados de este fenómeno, confirmando que la anomalía ha crecido en superficie y su intensidad mínima ha descendido. Aunque no representa una amenaza directa para la vida en la superficie, la AAS sí tiene implicaciones tecnológicas significativas.

Los satélites y las estaciones espaciales que cruzan esta zona son más vulnerables a la radiación, lo que puede provocar fallos temporales, pérdida de datos o daños permanentes en sus sistemas electrónicos.

Los científicos creen que el fenómeno se origina por inestabilidades en el hierro fundido del núcleo externo. Chris Finlay, profesor de geomagnetismo, explicó que la anomalía es dinámica: “Observamos que una de las áreas se está desplazando hacia el oeste sobre África, lo que está contribuyendo a un debilitamiento adicional del campo en esa zona”. La continua evolución de la AAS subraya la necesidad de prolongar la misión Swarm para monitorear el escudo magnético y anticipar cómo sus cambios podrían afectar nuestra infraestructura tecnológica en el futuro.