Estas estructuras tridimensionales, denominadas “hematoides”, se autoorganizan y, tras dos semanas de desarrollo in vitro, logran producir células madre hematopoyéticas, que son el origen de todos los glóbulos rojos y blancos. Este logro permite a los investigadores observar por primera vez en un entorno de laboratorio las primeras etapas del desarrollo humano (entre 3 y 4 semanas), un período que hasta ahora era inaccesible para el estudio directo.

El modelo ofrece una ventana sin precedentes para entender cómo se originan enfermedades de la sangre, como la leucemia, y abre la puerta a la posibilidad de fabricar células sanguíneas compatibles para trasplantes, lo que podría reducir la dependencia de donaciones de tejido y permitir una producción a mayor escala.

El avance también plantea importantes consideraciones éticas.

Los científicos señalan que estas estructuras tienen limitaciones clave: no pueden formar tejido placentario o cerebral completo, lo que les impide desarrollarse hasta convertirse en un embrión funcional. A pesar de que queda un largo camino para que las tecnologías derivadas sean seguras en humanos, este trabajo representa un paso fundamental hacia la comprensión de la hematopoyesis humana y el desarrollo de nuevas estrategias en medicina regenerativa.