Las muestras fueron tomadas en el mar de Chukotka, entre Alaska y Rusia. Al analizar los núcleos de hielo en el laboratorio, los científicos encontraron que estas algas, específicamente diatomeas, se desplazan a través de finos canales de salmuera dentro de la estructura helada. El hallazgo es récord, ya que es la temperatura más baja jamás registrada para el movimiento de una célula eucariota. El mecanismo que utilizan para moverse es notable: secretan una sustancia llamada mucílago que les sirve como adhesivo y utilizan proteínas internas, como la actina y la miosina (similares a las de las células musculares), para deslizarse, en un movimiento que los científicos describen como “patinar sobre hielo”. Esta es una adaptación evolutiva extraordinaria a un entorno considerado imposible para la vida compleja.

Este descubrimiento sugiere que los ecosistemas polares no son regiones biológicamente dormidas, sino que albergan una red de vida activa que podría influir en la cadena alimenticia y el ciclo del carbono. Los científicos advierten que estos organismos podrían jugar un papel más importante en el clima global de lo que se creía, y que es urgente estudiar estos hábitats ocultos.