Estas partículas funcionan como “medicamentos supramoleculares”, lo que significa que no necesitan transportar otros fármacos para ser efectivas.

Una vez en el cerebro, lograron reducir los niveles de la proteína amiloide-β, responsable de las placas tóxicas que dañan las neuronas, entre un 50 % y un 60 % tan solo una hora después de su administración. Los ensayos se realizaron en ratones de 12 meses, edad equivalente a unos 60 años en humanos. Después de recibir tres dosis, los animales mostraron una notable recuperación cognitiva, con mejoras significativas en la memoria y la orientación espacial, alcanzando niveles comparables a los de ratones sanos.

Notablemente, los efectos positivos se mantuvieron durante seis meses, lo que sugiere una durabilidad prometedora del tratamiento. Aunque los científicos advierten que la aplicación en humanos aún requiere años de investigación y ensayos clínicos, este logro representa un cambio de paradigma en la neurociencia y ofrece una nueva esperanza para el futuro del tratamiento del Alzheimer.