Sus descubrimientos permitieron identificar y comprender el funcionamiento de las células T reguladoras, componentes del sistema inmune cuya función es suprimir respuestas inmunitarias no deseadas.

Este avance ha sido fundamental para el desarrollo de tratamientos innovadores que pueden modular la respuesta inmune, ya sea para potenciarla en la lucha contra tumores o para atenuarla en enfermedades como la artritis reumatoide o la esclerosis múltiple. La anécdota de la premiación, en la que la inmunóloga Mary Brunkow ignoró la llamada de la Academia Sueca pensando que era spam, ha añadido un toque humano al prestigioso galardón, recordándole al mundo que detrás de los grandes avances científicos hay personas dedicadas a un trabajo minucioso y a menudo poco reconocido en su momento. Brunkow misma reflexionó sobre la evolución de la ciencia: “Clonar un gen en 1998 era muy distinto a cómo se hace hoy.

Fue un verdadero trabajo de fondo”. Este premio no solo celebra un descubrimiento específico, sino que también resalta la importancia de la investigación básica y la colaboración internacional en la resolución de complejos problemas médicos que afectan a millones de personas en todo el mundo.