Las estructuras metalorgánicas, o MOF, son compuestos híbridos que combinan iones metálicos con moléculas orgánicas para formar redes tridimensionales porosas, similares a esponjas a nanoescala.

La principal innovación de estos materiales radica en su versatilidad y precisión: su estructura interna puede ser diseñada “a la medida” para cumplir funciones específicas, una proeza que el Comité Nobel calificó como un avance con “potencial ilimitado”. Estos materiales poseen una superficie interna extraordinariamente grande, lo que les confiere una capacidad sin precedentes para capturar, almacenar y liberar moléculas de manera selectiva.

Entre sus aplicaciones más prometedoras se encuentra la captura de dióxido de carbono directamente de la atmósfera, el almacenamiento seguro de hidrógeno para su uso como combustible limpio, la purificación de agua y la catálisis de reacciones químicas con alta eficiencia. Como señaló Heiner Linke, presidente del Comité Nobel de Química, “las estructuras metalorgánicas tienen un potencial enorme y brindan oportunidades nunca antes previstas para materiales hechos a medida con nuevas funciones”.

El trabajo de Kitagawa, Robson y Yaghi no solo representa un hito en la ciencia fundamental, sino que también proporciona herramientas tangibles para desarrollar tecnologías sostenibles, demostrando cómo la investigación básica puede generar soluciones directas a los problemas más apremiantes de la humanidad.