Sin embargo, el estudio también plantea una importante advertencia sobre los futuros riesgos para la privacidad mental en humanos.

Utilizando técnicas de inteligencia artificial y aprendizaje automático, los científicos analizaron gestos sutiles en el rostro de los roedores mientras estos resolvían diferentes tareas.

El estudio, publicado en Nature Neuroscience, descubrió que estos microgestos se correlacionan directamente con la estrategia mental que el animal estaba aplicando en cada momento.

Sorprendentemente, los patrones faciales eran muy similares entre diferentes ratones cuando pensaban de la misma manera, lo que sugiere la existencia de un "código facial" compartido que refleja los estados cognitivos internos.

Los investigadores lograron no solo descifrar emociones, sino también distinguir qué estrategia específica estaba usando cada ratón (por ejemplo, una óptima frente a una subóptima) basándose únicamente en sus expresiones.

"Para nuestra sorpresa, podemos obtener tanta información sobre lo que el ratón estaba pensando como la que podríamos sacar de decenas de neuronas", afirmó uno de los científicos.

Aunque este avance ofrece una poderosa herramienta no invasiva para la neurociencia, también enciende las alarmas sobre sus implicaciones éticas.

Los autores del estudio advierten que, si en el futuro se desarrollan tecnologías similares aplicables a los seres humanos, podría comprometerse algo tan íntimo y fundamental como la privacidad mental.