Inicialmente, la actividad fue casi imperceptible, pero tras varios meses, algunas comunidades microbianas "despertaron" por completo, formando biopelículas visibles y adaptándose a su nuevo entorno.

Este renacimiento microbiano, documentado en publicaciones como Science News y Phys.org, tiene importantes implicaciones climáticas.

Al reactivar su metabolismo, estos microorganismos antiguos comienzan a degradar la materia orgánica que ha estado atrapada en el hielo durante milenios.

Este proceso libera a la atmósfera dióxido de carbono y metano, dos potentes gases de efecto invernadero.

Los expertos alertan sobre un peligroso ciclo de retroalimentación: a medida que el planeta se calienta, más permafrost se derrite, lo que activa a más microbios, quienes a su vez liberan más gases que aceleran aún más el calentamiento global. Más allá del riesgo climático, el descubrimiento proporciona pistas valiosas sobre cómo la vida puede persistir en ambientes extremos, lo que es relevante para la astrobiología y la búsqueda de vida en otros planetas como Marte.