Las MOF son redes tridimensionales donde iones metálicos se enlazan con moléculas orgánicas, creando estructuras con cavidades internas de un tamaño sin precedentes.

El Comité Nobel comparó su capacidad de almacenamiento con el bolso mágico de Hermione Granger en Harry Potter: "parece pequeña por fuera, pero es enorme por dentro".

La ventaja principal de estos materiales es la posibilidad de diseñarlos "a la medida" para aplicaciones específicas.

El origen del hallazgo se remonta a los años 80, cuando Richard Robson comenzó a experimentar con estructuras cristalinas.

Más tarde, Susumu Kitagawa y Omar Yaghi lograron estabilizar estos modelos y perfeccionar la técnica, desarrollando materiales como el MOF-5, del cual, según el comité, "un par de gramos (...) cubren un área tan grande como un campo de fútbol".

Las aplicaciones potenciales son inmensas y de gran relevancia para desafíos globales. Pueden capturar dióxido de carbono directamente de la atmósfera para mitigar el cambio climático, almacenar gases como el hidrógeno para su uso como combustible limpio, filtrar contaminantes del agua e incluso recolectar moléculas de agua en zonas desérticas. Como afirmó Heiner Linke, presidente del Comité Nobel de Química, "las estructuras metalorgánicas tienen un potencial enorme y brindan oportunidades nunca antes previstas para materiales hechos a medida con nuevas funciones".