La terapia emplea un vector viral sintético, que actúa como un vehículo para introducir genes funcionales directamente en las células ciliadas defectuosas.

Este proceso reactiva su capacidad para detectar el sonido sin afectar los tejidos circundantes.

Según los resultados publicados, los pacientes tratados mostraron mejoras auditivas a partir de la segunda semana, alcanzando una recuperación completa al cabo de un mes. Una de las grandes ventajas de este enfoque es que no requiere cirugía invasiva y tiene el potencial de aplicarse a diversos tipos de sordera, tanto genética como adquirida. Este descubrimiento ofrece una esperanza real para más de 400 millones de personas en el mundo que padecen pérdida auditiva irreversible. Los investigadores ahora se preparan para validar la seguridad y eficacia del procedimiento en ensayos clínicos más amplios, un paso crucial antes de su posible aprobación global.