Estas estructuras, conocidas como MOF (Metal-Organic Frameworks), son redes tridimensionales porosas con una superficie interna excepcionalmente grande.

El Comité Nobel comparó su capacidad de almacenamiento con “el bolso de Hermione Granger, el personaje de Harry Potter que puede guardar objetos infinitos en un pequeño espacio”, destacando que “un par de gramos de MOF-5 cubren un área tan grande como un campo de fútbol”. La clave de su innovación radica en la posibilidad de diseñar estos materiales “a la medida”, controlando con precisión atómica sus cavidades para que actúen como “esponjas moleculares”.

Esta propiedad les permite atrapar, almacenar y liberar gases o líquidos de manera selectiva y eficiente. Las aplicaciones potenciales son vastas y de gran impacto global: desde la captura de dióxido de carbono directamente de la atmósfera para mitigar el cambio climático, hasta el almacenamiento seguro de hidrógeno como combustible limpio, la purificación de agua al filtrar contaminantes y la recolección de agua del aire en zonas desérticas. El comité afirmó que los galardonados lograron “un control sin precedentes sobre la arquitectura molecular”, creando “nuevas reglas para la química” y abriendo la puerta a una nueva era de materiales diseñados con funciones específicas para resolver los desafíos más apremiantes de la humanidad.