El equipo ha alcanzado dos hitos clave.

Primero, lograron cultivar células germinales primordiales (precursoras de óvulos y espermatozoides) de la paloma de Nicobar, el pariente vivo más cercano del dodo.

Segundo, han diseñado gallinas genéticamente modificadas que podrían actuar como madres sustitutas o portadoras del genoma del dodo.

Con estos avances, los investigadores estiman que los primeros ejemplares podrían estar listos para ser reintroducidos en su hábitat original, la isla Mauricio, en un plazo de cinco a siete años.

Sin embargo, el camino por recorrer es complejo.

Los "nuevos dodos" serían probablemente híbridos, ya que su ADN no sería 100 % idéntico al original.

Además, existen serias dudas sobre si el ecosistema actual de Mauricio, afectado por especies invasoras y la pérdida de hábitat, está preparado para acoger de nuevo a esta especie. El proceso requerirá rigurosos protocolos de laboratorio, pruebas de viabilidad y un profundo análisis ético antes de cualquier liberación en la naturaleza. Más allá de revivir una especie, el proyecto del dodo es visto como una prueba de concepto que podría abrir la puerta a esfuerzos similares para recuperar otras especies extintas o en peligro crítico, redefiniendo los límites de la intervención humana en la naturaleza.