El análisis, liderado por el paleontólogo Jorge D. Carrillo Briceño y publicado en la revista *Cretaceous Research*, arrojó una conclusión sorprendente: a pesar de su gran tamaño corporal, los dientes del *P. ricaurtei* eran relativamente pequeños. Este hallazgo desafía la práctica paleontológica común de estimar el tamaño de tiburones extintos basándose únicamente en el tamaño de sus dientes aislados, lo que podría obligar a reevaluar las dimensiones de otras especies prehistóricas. El estudio confirma que este tiburón era un depredador de alta mar que habitaba en un ambiente marino cálido y profundo, que en esa época cubría el actual altiplano cundiboyacense.
El hallazgo reafirma la importancia de la Formación Paja de Villa de Leyva como uno de los yacimientos paleontológicos más ricos de América Latina.