Conserva 107 vértebras articuladas, numerosos dientes, dentículos dérmicos (escamas) y restos de tejidos blandos como cartílago, músculos e incluso piel, algo extremadamente raro en fósiles de tiburones debido a su esqueleto cartilaginoso.

Con una longitud estimada de 6,65 metros, comparable a la del gran tiburón blanco moderno, este ejemplar ha permitido a los científicos hacer un descubrimiento clave que cuestiona teorías paleontológicas tradicionales. A pesar de su gran tamaño corporal, los dientes del Protolamna ricaurtei eran relativamente pequeños. Este hecho desafía las fórmulas comúnmente utilizadas para estimar el tamaño de tiburones extintos basándose únicamente en el tamaño de sus dientes, lo que podría obligar a reevaluar las dimensiones de otras especies fósiles. El hallazgo, publicado en la revista Cretaceous Research, reafirma a la Formación Paja de Villa de Leyva como uno de los yacimientos paleontológicos más importantes de América Latina y subraya la inmensa riqueza del patrimonio fósil de Colombia.