Sus investigaciones en el Parque Nacional de Gombe también revelaron que estos primates tienen estructuras sociales complejas, comen carne y experimentan emociones como el amor, los celos y la tristeza. A pesar del escepticismo inicial de una comunidad científica que la desestimaba por ser “una mujer joven y sin entrenamiento”, su persistencia y la solidez de sus observaciones rompieron paradigmas. Tras dos décadas como investigadora de campo, Goodall dio un giro a su carrera para convertirse en una activista global. En 1977 fundó el Instituto Jane Goodall, una organización dedicada a la conservación de la naturaleza y la educación ambiental. Recorrió el mundo incansablemente para concienciar sobre la crisis climática, la deforestación y la necesidad de un trato ético hacia los animales, convirtiéndose en una de las voces más influyentes en la defensa del planeta.