Su alta sensibilidad le permite detectar incluso concentraciones mínimas de virus en espacios cerrados como hospitales, aeropuertos, escuelas o transporte público.

El dispositivo funciona utilizando nanotecnología y biología molecular para reconocer estructuras específicas en las proteínas de los virus. Cuando una partícula viral entra en contacto con el sensor, este genera una señal eléctrica que confirma su presencia en tiempo real, reduciendo el riesgo de falsos positivos y permitiendo monitorear múltiples patógenos simultáneamente. La implementación de este biosensor podría cambiar las estrategias de control de enfermedades respiratorias como la COVID-19 o la influenza, al permitir la activación inmediata de protocolos de ventilación, desinfección o aislamiento en lugares de alta concentración de personas para evitar contagios masivos. Actualmente, los científicos trabajan en mejorar la portabilidad del dispositivo y su producción a gran escala, con la expectativa de que en los próximos años pueda integrarse en sistemas de monitoreo urbano y convertirse en una herramienta esencial para futuras pandemias.